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Mostrando entradas de diciembre, 2019

Empática

- Señora, a usted lo que le pasa es que la empatía le está desgraciando la vida. - Puede que tenga razón, gracias y buenas tardes. Le di varias vueltas a ese comentario barra sentencia. El sufrimiento ajeno, las injusticias, el dolor... era capaz de sentirlo todo. Si bien lo bueno también formaba parte del corolario de emociones que de forma contagiosa se me metía en las entrañas, aquella sociedad decadente y sumisa en la que me hallaba me transmitía fundamentalmente pesar. Hasta llegar a esa revelación casual, una suerte de diagnóstico definitivo a la par que liberador, tuve que pasar por muchas consultas y soportar todo tipo de situaciones esperpénticas, que incluyeron orinoterapia, masajes con serpientes, baños de cerveza y retiros espirituales de esos en los que debes estar diez días sin hablar. La ciencia no me ayudó mucho más. Los más expertos neurocientíficos, psicólogos y psiquiatras me colgaron las etiquetas de maníacodepresiva, esquizofrénica, trastorno límite ...

Algarabía

Siempre que recuerdo aquel viaje Madrid-Málaga en pleno agosto, no puedo evitar volver a preguntarme: ¿cómo reaccionaria la gente si algo como lo que sucedió en aquel trayecto ocurriera aquí o en cualquier otro lugar del mundo? ¿Se lo tomarían con el mismo humor? ¿Se lo tomarían con otro humor? ¿Se lo tomarían sencillamente con humor? Lo cierto es que no puedo inferirlo. Ni sería justo. Los estereotipos son la mayoría de las veces inmerecidos y otras no poco groseros. Pero aquel viaje Madrid-Málaga... Quisiera poder extrapolar en mi imaginación esa misma situación aquí, en Berlín, donde vivo hace ya casi diez años, pero me es imposible. Una frase clave en mi educación fue: “comparar es de mal gusto”. Así que con esa instrucción y ya prevenida de las diferencias culturales a las que me iba a enfrentar, me vine a Alemania. De lo que nunca me podía haber hecho a la idea con antelación es de que, en ese proceso de adaptación e integración, algunas costumbres me iban a resultar sorpren...

Lebensraum

Siempre quise ser doctora, decía mi padre que “claro, como buena hipocondríaca”, pero no alcancé la nota de corte tras la Selectividad y acabé estudiando un ciclo formativo de grado superior de Corte y Confección. Aunque mi sueño de estudiar medicina se vio truncado por un mero detalle burocrático, yo continué persiguiendo mi anhelo de formarme como doctora y especializarme en Psiquiatría de forma autodidacta. Al principio, sólo contaba con la enciclopedia médica que heredé de mi tatarabuelo, pero al tiempo llegó Internet y ante mí se abrió un horizonte repleto de wikipedias, videotutoriales y artículos pseudocientíficos que me harían llegar a ser toda una experta. Entonces, llegó el momento cumbre de mi carrera autoeditada: ¡la tesis! Mi tesis establece que en este mundo existen dos tipos de personas, sólo dos: las que se quitan la chaqueta con cuidado y las que se quitan la chaqueta sin miramiento alguno. Es decir: las personas normales y las que presentan un desagrada...