Empática
- Señora, a usted lo que le pasa es que la empatía le está desgraciando la vida. - Puede que tenga razón, gracias y buenas tardes. Le di varias vueltas a ese comentario barra sentencia. El sufrimiento ajeno, las injusticias, el dolor... era capaz de sentirlo todo. Si bien lo bueno también formaba parte del corolario de emociones que de forma contagiosa se me metía en las entrañas, aquella sociedad decadente y sumisa en la que me hallaba me transmitía fundamentalmente pesar. Hasta llegar a esa revelación casual, una suerte de diagnóstico definitivo a la par que liberador, tuve que pasar por muchas consultas y soportar todo tipo de situaciones esperpénticas, que incluyeron orinoterapia, masajes con serpientes, baños de cerveza y retiros espirituales de esos en los que debes estar diez días sin hablar. La ciencia no me ayudó mucho más. Los más expertos neurocientíficos, psicólogos y psiquiatras me colgaron las etiquetas de maníacodepresiva, esquizofrénica, trastorno límite ...